11.10.13

ENTENDER UN POCO MEJOR COMO ACTÚAN LAS CONSTELACIONES FAMILIARES

¿Es el enchufe la fuente de electricidad también en tu casa?
Siempre disponible cuando uno quiere enchufar su tostadora, la radio, la tele o la lavadora, es fantástico. Hace falta un apagón general para que nos demos cuenta de que el enchufe en casa es solamente una pequeña pieza visible de toda una compleja red, que consiste en suministradores de materia prima –petróleo de Oriente Próximo, gas de Argelia–, centrales eléctricas, líneas de alto voltaje que conectan toda Europa, estaciones transformadoras, líneas locales de 220 voltios que llegan hasta tu casa… en fin, todo un cúmulo de elementos que en su conjunto forman un sistema. Así, cuando tu nevera se descongela no tiene por qué ser el enchufe el culpable. Cualquier elemento en el sistema de generación y administración de la electricidad puede haber fallado y afectado a los demás elementos.

Estamos inmersos en un montón de sistemas, empezando por nuestro cuerpo con sus huesos, órganos, músculos, sistema nervioso, sangre, etc. Hablamos del ecosistema, de diferentes sistemas del Estado, como democracia, dictadura o monarquía, de la globalización del sistema económico, del sistema solar, y del sistema periódico de los elementos que forman nuestro mundo. Cada organización forma un sistema, cada empresa, cada colectivo y cada familia.



Un sistema está formado por partes que están interrelacionadas, de forma que cada una cumple una misión para otra. Es un conjunto de elementos en interacción dinámica, que relacionados entre sí contribuyen a un determinado objetivo. Para comprenderlo hay que ver el todo y no sólo una parte.

Así, un hombre –yo, tú, cualquiera– no es sólo un individuo, una entidad propia, sino que forma parte de unidades mayores, sistemas en los que participa, con los que interactúa y que influyen en él. Cuando en tu trabajo enferma tu colega, te cae más trabajo. Las fechas de vacaciones dependen de una planificación que coordina las vacaciones de los trabajadores con las necesidades de la empresa. Cuando, por razones de macroeconomía, el Banco Central Europeo sube los tipos de interés, lo notas en el aumento del pago mensual de tu hipoteca. Si eres hincha de un club de fútbol que gana su partido, su victoria te hace sentir bien. Pero de todos los sistemas en los que participamos, el que más nos influye es la familia. 

Cada sistema tiene sus reglas que lo organizan y lo hacen funcionar.

Una empresa que sólo tiene jefes no funciona, y una sin jefe, tampoco. Si tienes hijos pequeños seguramente te haces cargo de criarlos y educarlos porque cumples con el papel de madre o padre. Las obligaciones y derechos son distintos para cada uno porque dependen del lugar que ocupa en el sistema. Cuando hay una falta de claridad respecto al lugar que a uno le corresponde, o cuando algún miembro del sistema, sea en una familia o en una empresa, no respeta las reglas u órdenes que rigen el sistema, aparecen los problemas.

Éste es el enfoque de las Constelaciones Familiares. Se basa en una percepción sistémica que permite entender conductas de las personas que son difícilmente explicables a partir de sus rasgos personales (inteligencia, carácter, etc.) y que, sin embargo, pueden entenderse como respuesta a un desorden en el sistema familiar.
Con el modo de pensar sistémico abordamos la realidad de forma que el individuo pierde preponderancia en favor de una observación e intervención dirigida al contexto, lo interactivo y lo relacional. Es una mirada amplia, más allá del individuo. 

Quizás alguna vez ya te hayas extrañado de ver a amigos que aparentemente repiten pautas o destinos de sus familiares. Una madre soltera que tuvo una hija, que ahora también es madre soltera con una hija. Familias que pierden en cada generación un hijo pequeño. Un matrimonio que se separa, como ya lo hicieron sus respectivos padres y abuelos. Son conductas que no se entienden sólo mirando al individuo, pero que tienen sentido en un marco más amplio, en el marco del sistema familiar.

Ahora bien, a diferencia de una máquina, un coche, un ordenador, etc., los sistemas humanos buscan un equilibrio entre dos fuerzas opuestas: la estabilidad (homeostasis) y el crecimiento (morfogénesis). Ambas fuerzas contribuyen a su permanencia y son necesarias. En mi propia vida no puedo cambiarlo todo todos los días, no lo soportaría. Pero si nunca cambio nada porque me gusta el momento en el que estoy, acabo como un fósil. Si en una familia ningún hijo da el paso de formar una nueva familia y tener sus propios hijos, el sistema familiar se acaba con su generación. Una empresa que siempre hace lo mismo quiebra porque no se adapta a los cambios de su entorno. Una empresa que crece sin parar, comprando competidores, fusionándose con otras empresas, termina desplomándose porque no consolida su situación.

Estamos inmersos en un baile de fuerzas opuestas, un baile dinámico y nada estático, y cada día buscamos de nuevo nuestro equilibrio en este baile de la vida.

Extraído de LAS CONSTELACIONES FAMILIARES, En resonancia con la vida de Peter Bourquin

No hay comentarios:

Publicar un comentario